No me preguntéis ni porqué sí ni porqué no. No me juzguéis y nos seréis juzgados. Pero allí estaba yo, al pie de la noticia, en medio del fenómeno supermegahiperfanchi del siglo: Justin Bieber. Qué de hormona liberada. Qué de histeria en su estado más puro. Niñas desmayadas por doquier. A mi también me hubiera gustado que esos cachazas men in black que rodeban las vallas me hubieran rescatado cual oficial y caballero a mi primer síntoma de vahío auqnue fuera fingido. ¿Por qué solo las niñas son carne de cañón de este tipo de fenómenos? Supongo que por la misma razón que domingo tras domingo la testosterona se libera y fluye en cualquier campo de jurgol de la geografía española, lo único que en este caso los aullidos de desesperación y dolor ante la visión de lo idolatrado de las impúberes fanchis se convierten en uuuuuuyyyyyyysssssss y todo tipo de improperios contra la familia pasada, presente y futura del árbitro por parte de cientos de energúmenos que veneran un balón. Semos asín y tenemos que aceptarnos.
Que mono el Justin demostrando que no es algo prefabricado, que es un selfmadeboy que sabe tocar el piano, la batería (¿habéis notado ya que siento cierta debilidad por los bateristas?), la guitarrita rinkirinki y que además hace el moonwalking como su gran inspiración Michael Anyanyuwoukijani Jackson. Despliegue de medios atutiplén: corazones voladores, huevos cósmicos, cuerrrpazo de baile.... Yo solo sé una cosa: atención hermanos mayores y padres de preados: la Bieber Fever es muy contagiosa. Alejad del mosntruo a vuestras pequeñas y salvadlas de todo mal antes de que sea demasiado tarde.
Pero a ver, organizantes de eventos: ¿porque se priva a esas madres, que bastante tienen con acompañar a sus vástagas en tamaño evento, de poder apretarse un buen JB (o léase wiskazo en general)? ¿Por qué no se dispensa alcohol?. No me importaría (es más, de hecho me haría especial ilusión a mi edad) que, tal y como me hiceran en el mismisissiisismo CBGB de Niuyol, tuviera que presentar mi DNI para demostrar que tengo edad suficiente para saber si me quiero echar un JB o 40. Y ya de la Ley antitabaco ni hablamos ¿no?
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