Pues sí, ese es el ambiente que siempre he encontrado en la Sala El Sol y mira que son años de desconfundirme en la noche de este antro. El batiburrilo generacional y entonces tribal que siempre ha habido en esta encarnadatodaella sala siempre me ha dejado ojiplática. Vamos, que por fin, tras este concierto que me eché ente pecho y espalda de la banda CYAN, pude poner una correcta definición al ganao que te puedes encontrar cualquier noche en esta ya mítica sala de la calle Jardines de Madrid que es lo que viene siendo un "colectivo de propósito bien raruno": maris, gafapastas, hipsters, musicastros, pipiolos, viejunos, amarales, bomberos...
Siempre al filo de la noticia, allí estaba yo en la puesta de largo en Madrid de Delapso, el tercer álbum de estos mangurrianes donde el muy polvorilla de su frontman Javi no paró de subirse literalmente por su teclado. Quizá lo hizo para huir del frío que le producía el pedazo aire acondicionado a todaguarra que le colocaron en el cogote y del que se quejó con razón. Y otros tocando con el ventilador que se llevan de su casa. Tocatelospiésmariluz. Así nos va con la capa de ozono (¿o ya no tenemos de eso?).
Qué majetes los CYAN. En las horas previas me contestaron un tuit
en alusión a DaveMyHeroeGrohl que parece ser iban escuchando en la furgo. Ahí ya me ganaron aunque fuera su
Community manager (estoy en la onda ¿que no?) el que me contestara. Lo cierto es que cuidan muy y
mucho a sus fanchis y éstos a ellos porque lo que más me impresionó de todo el concierto es
lo muy y mucho que la gente canturrea sus canciones. Cojonas ¡se las
saben todas¡. Y eso que son todas bien rarunas (himnos generacionales
que las llamarían los amantes de las etiquetitas con pocos recursos)
Voy gritando tu planeta al ritmo
estremecido de tus latidos
Voy volando eléctrico,
levitando eléctrico.
A esta banda le pasa al contrario que a Toundra, grupazo en el que no se echa de menos la voz para nada. Con CYAN ocurre sin embargo que lo que se echa de más es la música. Componen grandes letras que como público, si no te las sabes (como es el caso de esta vuestra descerebrada Rubiak), te pierdes y te suenan todas iguales por mucho que a mi amiga Luchilove le recordase una de ellas al I'm so excited... de las Pointer Sisters (?????). Perounacositaosvoyadecir: lo que sí echamos muuucho de menos Luchilove y yo fueron esas gradas al lado del escenario, ya inexistentes, donde en nuestra más tierna y lejana juventud, nos sentábamos a echar una visual observando el percal y nos quedábamos absortas mirando el girar de los ventiladores.
Todavía me pregunto qué hicimos bien para no quedarnos en uno de esos
viajes astrales.
Como toda pizcueta me quedé también con esa historia que contaron estos barceloneses de un tal Philippe Petit, el funámbulo que se paseó en 1974 entre las
Torres Gemelas. Da repelús. Sobre todo de pensar en la oxtia fina que se hubiera
metido a nada que se hubiera tropezado.
Por cierto, hablando de Barcelona, que desilusión cuando al salir del concierto me enteré que el Custo idem de Gran Vía se ha convertido en una tienda de lo más ordinaria con el nombre de perro más famoso de este planeta: Tuuuusssssso. Ya no se respeta nada.
Y termino ya con una cojoreflexión al hilo de la polémica creada en torno a esa tesis doctoral tan guais que se ha hecho pública recientemente: ¿A quién cojonas importa que no se conozca al soplagaitas del Tweedy y su Wilco teniendo tan cerquita el legado de Camarón (por ejemplo)?. Pero también es verdad ¿quién decide que es lo guais, lo imprescindible y qué es basura?. El caso es que cada vez compramos menos música y los musilocos tendrán que vivir de algo. Así que nenicos, hacedme un favorcico: ID MAS A CONCIERTOS, COJONAS HOMBRE YA.
Y es que estos ritos
nos ha convertido
en un colectivo de raro propósito
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