Me cuesta y mucho ponerme ni siquiera a pensar en describir lo que ayer se me pasó por esta mi rubiak cabecica y lo que sintió mi cuerpo serrano en un concierto sin parangón. Ya deberíais saber a estas alturas de la película que yo tengo cuatro dioses musicales, todos ellos llamados David, todos ellos intocables y que me privan de todo raciocinio (del mínimo del que dispongo) por este riguroso orden:
1. David Bowie
2. David Byrne
3. David Grohl
4. David Puigdueta
Pues ayer el segundo de ellos visitaba nuevamente Madrid, esta vez acompañado por Annie Clark, más conocida como St. Vincent y era obligado verle aunque sea, de los extranjeros, mi David que más se ha prodigado por aquí y por tanto el único que he podido disfrutar cienes de veces. Creí que iba a ser un mero trámite: viene el Byrne, le vemos y nos vamos a casa pero ¡ah amigo¡ ojiplática, cariacontecida, pizcueta, llorona y atontoliná me tuvieron ambos dos desde los primeros bramidos de ese saxo enorme del Who? con el que empezaron la noche. Porque habéis de saber que St. Vincent no es la mera coletilla de la nueva iniciativa de este gambitero bicicletero universal a la sazón cabeza parlante visible del grupo más moderno y sin embargo bailongo que ha habido nunca jamás. Simplemente son otra dimensión de sus propios seres individuales. Como bien la he oido decir, la melancolía intrínseca de Annie combina y potencia a la perfección la alegría que exuda David en sus tonadas, a veces hasta pachangueras, casi todas dignas de cualquier funeral de New Orleans. Es ese no room for emptiness que cantan en su Optimist.
Desde que la viera de refilón en el Día de la Música del año pasado me venía intrigando que podía haber visto mi David en esa jovenzuela morena y flacucha. ¿Qué cojonas hace con ella una persona tan polifacética y talentosa que derrocha sabiduría en todos y cada uno de los mil proyectos en los que se le ocurre meterse? ¿Qué tiene de especial? ¿Qué puede llamar tanto su atención como para grabar un disco y estar girando con ella por todo el planeta? Pues ayer Doña Annie Clark me cerró la boca, dejóme con el culototorcío y me cegó con esa luz interior tan potente y brillante que posee. Qué mujer gran persona mejor música. Y encima ahora va de rubia. Será copiota...Tanto es así que a partir de ahora, casi como en el chiste, se va a ir una preguntando ¿y ese canoso interesantón que acompaña últimamente a St. Vincent, quién cojonas es?. Sí ya sé, soy hiperbólica.
Pero para exagerá esa tuba de dimensiones que se gastaba uno de los ocho vientos que les acompañaban. No me extraña que las entradas para verlos estén tan caras pues supongo que la tuba irá sentada a su lado en todos los aviones en un asiento XXL de esos especiales. Y efectivamenteysí, como mi querida amiga Luchilove, me paro a reflexionar aquí sobre ese momento en la vida de un mangurrián en el que le dice a su madre: "máma yo quiero tocar la tuba, cómprame una, pero de las grandes, de esas en las que te tienes que meter dentro" y su madre horrorizada le intenta quitar tan peregrina idea preguntándole si no preferiría una flauta como cualquier niño de primaria. Benditas madres que acaban sucumbiendo a las desbarradas de sus churumbeles.
Lloré con las cuatro canciones de Talking Heads que nos regalaron. Especialmente no pude sofocar mis hipidos con la primera que sonó, This must be the place, una de las más bellas que se escribieron en los 80 y que está dentro de un disco redondo que me sé de memoria.
I'm just an animal looking for a home
And share the same space for a minute or two
And you love me till my heart stops
Love me till I'm dead
Comparto con Annie en que descubrió a nuestro ya repartido David con el Burning down the house . Sin embargo ella la escuchó de fondo en la Revancha de los Novatos y le llamó la atención. Qué ordinaria y chabacana. Yo, perdona dear Annie, pero mi recuerdo tiene más glamour: de farra por Málaga con la moderna banda juvenil Danza Invisible, recuerdo perfectamente que saltamos todos sus componentes y acompañantes como posesos y al unísono a la pista de la disco con sus primeros redobles Watch out¡¡¡. Supera eso si puedes, bonita. Pero para recuerdo estremecedor el flash back que me vino a la mente de otro concierto de esos de estar sentadicos que nos ofreció aquí mi amigo en el Palacio de Congresos de Madrid y en el que mi añorado Alfon y yo no pudimos refrenarnos y nos levantamos de los tiesos butacones y nos pusimos a bailar como locos con los primeros acordes del viejuno I zimbra.
Pero para recinto de conciertos de estarse sentadicos, ¡¡¡el Circo Price¡¡¡¡¡. No había estado todavía y me pareció una autentica delicia. Eso sí, caro como el solo, tambiéntelodigo. Aunque supongo que, en este caso, tendrá la culpa la tuba. Pues el otro día al descubrir en una peli de estreno de esas de jolivud que un chavalín de los protagonistas llevaba una camiseta de Fugazi recordé la sabia filosofía de esta banda: 5 dólares los conciertos; 10 dólares los discos. Y atxc. Aplicaros el cuento si veis que tal que la vida está mu achuchá, cojonas.
¿Os he dicho ya que estoy impactada por el trajín de guitarras que se trae esta muñequita de caja de música con luz propia incorporada que es Annie Clark cuya tapa le encanta abrir y cerrar a un David Byrne pletórico en todo el esplendor de su pelo blanco lavado con ariel? Generosidad intergeneracional. Pues eso.
Vaya por dios! Así que la cosa mereció la pena?? Soy a muerte de Talking Heads y mucho de Byrne en solitario, pero esta vez me lo perdí (quizás el asunto de la pasta y los tiempos que atravieso me impidieron darle más vueltas a la cosa). El caso es que ya había visto a Byrne en sus 2 veces anteriores en la extinta Aqualung y en el Lope de Vega y por ese lado ya tenía la deuda cumplida. Aquellos 2 conciertos, sobre todo el 2º (también en un sitio de estar sentados como mencionas en tu artículo), fueron acojonantes. Supongo que tú también estuviste por allí, no? En mi blog tengo una crónica del de Lope de Vega. Alguna vez la he releído y he recordado muy bien aquel show con danza incorporada.
ResponderEliminarBueno, a la siguiente, a ver si estoy mejor de pasta y me apunto nuevamente a ver David. Impagable que tocara "This must be the place (naive melody)" y la hilarante/saltarina "I zimbra". Un concierto que incluye esos 2 temas en su set list ya merece la pena.
Saludos vecina!
es una garcha david byrne, que lastima que annie le siga ):
ResponderEliminarMola el concepto "garcha". Lo añadiré a mi fino y distinguido vocabulario. Gracias SWAGGA¡¡¡
ResponderEliminar