DE LA PIEL PA' DENTRO, MANDO YO. Concierto de RAÚL RODRIGUEZ. Sala Galileo Galilei. Madrid 27 de noviembre

«De la piel para dentro empieza mi exclusiva jurisdicción.

Elijo yo aquello que puede o no cruzar esa frontera. 

Soy un estado soberano, 

y las lindes de mi piel me resultan mucho más sagradas
que los confines políticos de cualquier país.»

Yo me sé de uno que la otra noche durmió abrazadico al tocho que su adorado profesor Escohotado tuvo a bien alterografiarle tras la entrevista que me obligó a presenciar con él. Aquí mi amigo dice que me río de él por ser un friki (freaky para los guays) pero lo que a él le cuesta entender es que precisamente por eso es mi amigo, por ser diferente, por no seguir el patrón del que los mediocres no saben o no quieren salir. Y aunque hasta ahora le había prestado poca o ninguna atención a sus siempre largas peroratas sobre los enemigos del comercio, he de confesar, además de que he vivido, que me resultó altamente gratificante escuchar la autobiografía intelectual de este gran filósofo que el pasado jueves organizó la Fundación March.

Y por eso, con la brillante conversación de Escohotado todavía resonando en mi media neurona, me dio un pellizco en el corazón cuando RAÚL RODRÍGUEZ comenzó ayer la presentación de su "Razón de son" en la capital del reino, pidiendo casi perdón por debutar a las 40. Como frontman y compositor, se entiende. Que virtuoso, antropólogo, investigador y musicólogo puede decirse que ya lo era en el vientre de su tan orgullosa madre. ¿Debe ser uno tímido por el hecho de descubrir una nueva y fuerte VOCACIÓN (me encanta todavía más este vocablo) a la honrosa edad cuarentañera, en plena tercera juventud? Afortunadamente RAÚL RODRIGUEZ, como parece pensar su madre, tienes el puntito de ego necesario para subirte encima de un escenario, sea a la edad que sea, así que ¡¡oletuscojonestreintaytres¡¡¡.

Mentiría si dijera que antes del concierto conocía mucho de su vida y milagros. Pero otro buen y respetado amigo me dio los dos nombres que necesitaba para acercarme a conocer el trabajo de RAÚL RODRIGUEZ: Santiago Auserón y Kiko Veneno. Y por supuesto, no me defraudó. Con su cadera loca al más puro estilo de los dos nos hizo retroceder al futuro del flamenco que no ha parado de ir y venir entre los continentes al compás del mar.

Este artista tiene las agallas de crear nuevos palos y nuevos instrumentos. Y así toca su "Tres flamenco", mestizaje del tres cubano y la guitarra flamenca, (que de información se encuentra en las enredaderas sociales) especialmente construido para él, dándole caña a su bulería guajira. Es lo que tiene el caos dentro de un orden: gracias a los palos, los standards y la clave, la improvisación y el mestizaje parecen ir de la mano al son que más calienta. Ellos lo llaman el Afro-Caribe Andaluz. O lo que es lo mismos: olé con assuuúcar negra.

Y ahí encontramos a ese Negro Curro claramente inspirado en los negros de arena y cal de Cosano. Al cual por cierto tengo que decirle una cosita: anda, que qué te hubiera costado haberme presentado al protagonista de la noche y ya de paso, como quien no quiere la cosa, haber tenido una nueva oportunidad para presentarme por quincuagésima vez a Santiago Auserón para que me llamase "corazón" con esa sonrisa de mediolado que me sigue haciendo temblar las canillas.... caguentóloquesemenea.... Menos mal que pudimos cantar como locas ese "pero llevo un africano dentro de mí, OH SI..."

Otro de los momentos más especiales de la noche lo vivimos cuando Martirio subió a acompañar a su retoño en esa petenera veracruzana. Y es aquí dónde no puedo negar mi condición de chirli y exclamar: diosesdelolimpo,  qué preciosidad de zarape Pineda Covalín que llevaba lamadrequeleparió.

El caso es que, en resumiendo, el pasado jueves viví una jornada de lo más enriquecedora entre el pensamiento preclaro de Antonio Escohotado y la creatividad "marchenera, de tirarse a la piscina" de Raúl Rodríguez, dos claros ejemplos de que lo que es mandar de la piel para dentro.

Pero tal y como me apuntaba mi queridísisisima amiga Brindis al final de la noche, la pregunta que se quedó en el aire fue ¿y que pensará Galileo Galilei de todo esto?