Y así me encontré con Ratolines, su trompeta, sus curradas proyecciones y el volumen 2 de su Espectro Mágico. Esto y la increíblemente rica porción de pizza que me estaba zampando me transportaron a las psicodélicas playas que debe de haber en la luna. Tuve también tiempo de ver el desparrame de The Parrots que se autodefinen como "tres loros de Madrid y liantes" y que ya venían anunciando a bombo y platillo desde hacía unos días su presencia en "el festival del sol, la playa, la cerveza, los güiris y el zumo de naranja para combatir la resaca". Yo no lo hubiera descrito mejor, la verdad.
Hice un nuevo intento de acercarme al escenario de las mil Maravillas y no fue en vano. Vi al grupo que, como bien me comentó un fotógrafo muy majete de mi idolatrada Rockdelux tenía el nombre más molón del todo el FIB: BLACK REBEL MOTORCYCLE CLUB. Pero aquí de nuevo tengo que tirar una lanza o una primera piedra o algo en contra de la cabezonería de algunos artistas. Vale que una cazadora de cuero es la única indumentaria posible para alguien que canta algo como Beat the Devil's tattoo pero, cojonas, que estamos en un bendito 21 de julio en Benicassim. Aparte de esta incongruencia, estos sanfranciscanos me dejaron con más ganas de ellos por lo que, quién sabe, a lo mejor hasta les escucho un poco más cuando tenga un rato. Y aunque no tendría por qué ser digno de mención pues debería ser algo más usual, destacar su fémina baterista. Leah: Olétusovariostreintaytres.
Quitando a mis recién descubiertas y sin embargo bienamadas Deap Vally y a los que, curiosamente, vieron ellas desde el mismo escenario, los Black Rebel Motorcycle Club, la última jornada del FIB fue para mí el día de los blufs que se deshinchaban a la mínima. AlunaGeorge también venían precedidos de esas etiquetitas que os gustan tanto como "son lo más fino no, fínisísisismo del hiphopfunkilight londinense". Sensual como ella sola, te digo yo que lo que es Aluna llegará alto. Pero que por el camino se va a quedar el bueno de George... también te lo digo. Yestoesasí.
Lo mismo que le pasara a los miembros del grupo con el nombre más molón, le pasó al listo de Brandon Flowers, pues la bonita cazadora de cuero que se plantó le duró solo el When we were young que es con la que comenzaron los KILLERS y su traca final de luz y de colooooooor. Cosa que vi desde la tele, claro, porque los señoritos decidieron que no querían fotógrafos a su alrededor. Pues ellos se lo pierden. Y fue así que la indignación (aunque tampoco era para tanto) se convirtió en la excusa perfecta para decir ahí os dejo y dar por finalizado, muy dignamente eso sí, mi paso por el FIB de este año. Así que con esto y un bizcocho... Chin-pón y chau-chau fiberinos.